sábado, 17 de diciembre de 2011

MIRA ATRÁS
(EL ESPEJO)

Rompiste mi columna
cuando abriste y la calumnia te salía entre los dientes.
Sabían tus palabras diferentes, más intrusas que
sabias tus macabras pretendientes.
No estaba consciente de tu amor débil.
Sólo quería estar junto a ti.
Pero este corazón flébil que no sabe nada de nada
trataba de encontrar una razón
lanzando tres veces la moneda al aire, te lo juro:
la tercera es la vencida, estaba seguro.
Gané dos caras
que materialmente eran exactamente iguales
pero no en el fondo porque entonces una era perdición y la otra confirmación.
No podía hacer más, de veras,
y ahora esperas que así de sencillo me coloque allí para morir
así de sencillo
allí para morir.

Yo sé,
mucho es pedir,
pero comencemos de nuevo…

Rompiste mi corazón
quizás no viste con razón que me fuera lejos,
de lejos con el viento tus bermejos se veían hermosos,
reflejos con que siento todos tus dejos; tu paladar
antes de lo que pasó entre nosotros.
Necesito estar junto a ti
como estaba antes, como ahorrando el espacio entre nosotros
y los otros envidiándonos pensantes
la manera en que tardabas en aparecer:
eras el alma de mi fiesta, mi menester.
Perdí tu cara
que solía cargar conmigo en lo cotidiano,
en la mañana diaria, en mi alma, incendiaria.
No gano nada con recordarlo, claro,
sino simple declaro más de lo que te gusta.
¿Recordar lo
que te gusta?
Para nada.

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