jueves, 10 de noviembre de 2011

H U M I L D A D

El sonido de la noche que tensa sutil
los deseos de mi mente, deseas de repente
vivir de esos día platónicos
en que la hierba crece silvestre intacta
como lo que siento ahora mismo,
el sonido de la noche del silencio febril.

TENGO DOS Y DOS palabras en la palma de mi mano,
SON CUATRO,
en algún lado las he escuchado, las he pesado y son livianas.
Vanas como tú.
Tú no sientes. Apenas te desestabilizas
con lo último del murmuro tras el muro
que me aparta de ti
y parte tus risas.

No quería levantar la voz frenética procaz,
innecesaria.
Es sólo que necesitabas escucharme,
de pronto necesitabas. La luz de tus ojos
no miente sino que revela. Quién la entiende...




yo

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