domingo, 24 de octubre de 2010

X

Me sentí escudado en el valle oscuro
pues tú andabas junto a mí, con vara
defensora, con callado salvador,
y no temí. Acaso el amor puro
fuera el sedante que pronto calmara
la pena de mi alma. Y el dolor
se hubo extinguido con apuro.
Tú eres quien pagó la deuda cara
en aquella cruz, mágico redentor;
eres el Cristo y el Todo. Sulfuro
corre por mis venas al oír clara
la fuente de tu divino amor.

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