viernes, 29 de octubre de 2010

Me recuerdan de noche

Dentro de una profunda y negra fosa
me había escondido muy turbado, lleno
de un ofuscamiento. Daga brillosa
era para mí la luz en el sereno.

Afuera, una única voz espectra
sonaba. Yo la oía lejanamente
que me murmuraba: era voz de Electra.
Visioné su beso blanco en mi frente.

Honda era la noche; yo la sentía
con un aire pesado. Y fina sonda
se volvía mi cuerpo por la voz fría
que llegaba. La noche era tan honda.

Mi tristeza, vuelta en alucinación,
brilló de ciencia y desveló una forma
célica, como de velo nupcial. Sin razón

luces blancas se movían. Una terma
entibiaba de repente mi corazón.
¡Bella, mía! Aunque ahora duerma.

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