sábado, 4 de septiembre de 2010

Lanza

Puestos en fila, hombres de guerra
que con fusiles al cinto rompen
en grito de fiera: "Haz, oh Tierra,
cual hicieras con quienes corrompen
tu divino altar, y traba su alma
en el cieno; quítales la calma
a aquellos que en tu aposento irrumpen".

Y los otros responden: "Nosotros,
bajo el ala del águila austera,
saltaremos en marcha con potros
de acero; la victoria postrera
es nuestra. Clamad, pues, con sollozo
a la orbe: que os brinde un trozo
de esperanza en la hora primera".

Sin vacilar el brío, los pechos
se inflaman con la llama ardiente
de beligerante ansia, y afrechos
tras los escudos tiran al frente.
¡Ved las lanzas zarpando al oeste,
ennegrecen el cielo cual peste
y auguran la mortandad latente!

Oh Ares fatuo, tiendes el palio
negro como un cielo atormentado
para esconderte; el trueno eolio
trae tu espada que de costado
mata, hiere, la noche desata:
en lontananza se hunde la fragata
que lleva al héroe al mar encrespado.

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